¿Y si la solastalgia se convirtiese en la epidemia del siglo XXI?

Hace unos días, 11.000 científicos de todo el mundo suscribían un manifiesto común en el que declaraban la emergencia climática. Unas horas antes de su publicación, Estados Unidos iniciaba los trámites para abandonar el Acuerdo de París, el compromiso más solido en la lucha contra el cambio climático.

El manifiesto, publicado en la revista BioScience, señala que los científicos tienen la obligación moral de advertir claramente a la humanidad de cualquier amenaza catastrófica, y la climática es una de ellas. Piden que se aumenten los esfuerzos para preservar el planeta y proponen medidas para hacerlo.

Esta y muchas otras noticias nos acercan cada día a un fenómeno que, para muchos, es ya irreversible: el cambio climático. Un problema que tiene cada vez más consecuencias en nuestra salud física pero también mental, hasta el punto de que la angustia que sentimos ante el mismo tiene un nombre: solastalgia.

OTRO IMPACTO MÁS

“La solastalgia es una especie de nostalgia que uno siente cuando todavía está en casa”, explica el filósofo australiano Glenn Albrecth, quien acuñó el término. “Es el dolor que produce reconocer que el lugar donde uno reside y que ama está siendo amenazado”.

Para muchos, esta amenaza está representada en el cambio climático. Ya sea a nivel global o en forma de problemas localizados como pueden ser la sequía, los incendios o los huracanes. La preocupación que sentimos a causa del calentamiento global y su impacto en nuestras vidas puede generar angustia, ansiedad, estrés o fatiga, entre otras muchas consecuencias. Algo que lleva décadas constatándose alrededor del mundo.

A menudo, la solastalgia se ve intensificada por una fuerte sensación de frustración e impotencia ante la imposibilidad de poner solución al problema de forma individual. Tal y como indican los científicos que están detrás del manifiesto ‘World Scientists’ Warning of a Climate Emergency’, algunas soluciones son fomentar el empleo de energías no renovables, reducir las emisiones de gases contaminantes, hacer cambios en los modelos económicos y frenar la despoblación. Medidas que dependen en gran medida de los gobiernos y los grandes poderes económicos y no tanto de las acciones individuales de los ciudadanos de a pie.


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∴ Imágenes | Unsplash/Markus SpiskeUnsplash/Noah Silliman

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