Singapur es una sucesión de parques y espacios verdes. La vegetación arranca en el suelo y se arrastra hasta lo más alto de los edificios, crece en las terrazas y también en el interior de viviendas y oficinas. Pero esto no ha sido siempre así.
Hace poco más de 50 años que esta ciudad-estado, entonces en vías de desarrollo, comenzó una carrera para convertirse en una de las metrópolis más limpias y verdes del mundo. El suyo es un caso de éxito que ya está siendo reconocido en todo el mundo.
Una estrategia de cambio
“Un plan de dos etapas, que convertirá a Singapur en ‘una hermosa ciudad jardín con flores y árboles, libre de desperdicios y tan ordenada como sea posible’ fue anunciado hoy por el primer ministro Lee Kuan Yew”, comunicaba el periódico ‘The Straits Times’ el 12 de mayo de 1967. Con este plan daba comienzo la transformación de esta pequeña ciudad-estado asiática, entonces sucia y altamente contaminada, hacia un modelo ecológico y de sostenibilidad.
La primera etapa consistía en limpiar las calles de basura (“a menudo el resultado de la falta de conciencia pública y apatía”, en palabras del primer ministro). La segunda, en educar a la ciudadanía. En aquellos momentos, señalaba este medio, era común arrojar la basura por la ventana o por los drenajes de las vías públicas, o ver a vendedores ambulantes y motoristas tirarla al suelo mientras circulaban.
Para imponer estas medidas fue necesario crear nuevas leyes, como la que obligaba a cada casa y comercio a tener un cubo de la basura (más de la mitad de las casas de la ciudad no tenían) o la que aumentó los impuestos a aquellos que generaban más residuos.
Aquel 12 de mayo del 67, el periódico ‘The Strait Times’ mencionaba ya algunos de los motivos por los que la transformación era necesaria. En primer lugar, mejoraría la salud pública reduciendo el número de mosquitos, moscas y enfermedades. “No puede haber sustituto para un servicio de limpieza eficiente, dado el clima tropical de Singapur, que fomenta la rápida descomposición de los desechos, y la alta densidad de su población”, se leía en el mismo periódico 12 años después.
El segundo motivo del gobierno era atraer el turismo a una ciudad más limpia, algo que aumentaría las tasas de empleo y el interés de los inversores extranjeros en Singapur.
Los inicios de la ciudad jardín
Los proyectos de limpieza de las calles, los desagües y el río Singapur, que fueron cambiando y adaptándose en las siguientes décadas, se fueron completando con otras para aumentar los espacios verdes.
El proyecto ‘Singapur, ciudad jardín’ (que más adelante se renombró como ‘Singapur, ciudad en un jardín’), partía de una premisa inicial: mejorar la calidad de vida de los habitantes dotando de vegetación los espacios públicos. Ya a finales de 1970 se habían plantado más de 55.000 árboles nuevos y, en 1971, se inauguró un día de plantación de árboles, un evento anual que involucraba a gran parte de la población.
La transformación se plasmó también en leyes, como la ‘Parks and Trees Act’, promulgada en 1975. Esta obligaba a agencias gubernamentales y privadas a reservar espacios para árboles y vegetación en sus proyectos y edificaciones. La lista no acaba aquí: se aumentó el número de parques y espacios naturales, se introdujeron campañas como la ‘Clean and green week’ [Semana verde y limpia] y se mejoró la educación medioambiental y ecológica de los ciudadanos.
Como resultado, la ciudad no ha parado de ver crecer sus espacios verdes. Una gran red de corredores arbolados y peatonales conecta los parques entre sí y el número de árboles nuevos aumentó de aproximadamente 158.600 en 1974 a 1,4 millones en junio de 2014.
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∴ Imágenes | Unsplash/Yeo Khee, Lita Ruza, Kenneth Koh, Victor