A finales del siglo pasado, el tren bala japonés emitía un sonido ensordecedor cada vez que salía de un túnel. Los avances de la tecnología habían permitido crear un tren increíblemente veloz, pero ruidoso. Este problema eclipsaba los logros de un vehículo que simbolizaba los avances de la técnica.
Por suerte, el ingeniero Eji Nakatu era un amante de los animales y un activo miembro de la Sociedad de Aves Silvestres de Japón. Decidió buscar soluciones en la naturaleza y las encontró en el martín pescador, un pájaro que, por su forma, apenas encuentra resistencia cuando se sumerge en el agua.
Tras realizar varias pruebas, los resultados le dieron la razón: imitar la forma del martín pescador reducía el ruido del tren bala a la vez que aumentaba notablemente su velocidad y su aerodinamismo.
Un gran “boom”
En 1989, cuando se realizaban las fases de prueba del Shinkansen (o tren bala japonés), los ingenieros detectaron un problema importante en la línea que une Osaka con Hakata. Esta tiene varios tramos conectados por túneles, algunos muy estrechos. Cuando los trenes salían de ellos, emitían un ruido tan fuerte que parecía como si, literalmente, una gran bala fuese disparada desde el interior de la tierra.
Como explica el biólogo Patrick Aryee en el podcast ‘30 animals that Made Us Smarter’, de la BBC, el sonido llegaba a superar el permitido por las regulaciones japonesas. Resultaba molesto para los viajeros del tren y también para las personas que vivían cerca de las bocas de los túneles. Cuando estos estaban cerca de zonas residenciales, el ruido suponía un grave problema.
El primer paso para solucionarlo era identificar la causa de este ruido. Esta parte fue fácil: cuando el tren entraba en los túneles a alta velocidad, generaba ondas de presión atmosférica que iban acumulándose y precipitándose hacia la salida. Al final, generaban un estampido que se escuchaba incluso antes de que saliese el tren y a casi medio kilómetro de distancia.
El segundo paso era encontrar una solución: para cumplir la normativa, los trenes no deberían generar sonidos que superasen los 75 decibelios. Es decir, más o menos el ruido de una calle con tráfico o el que generan electrodomésticos como una aspiradora o una lavadora. La solución vino de la observación y del conocimiento de la naturaleza.
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∴ Imágenes | Hans Veth (Unsplash)